jueves, 1 de julio de 2010

“Cómo pudimos creer en la luz si Luzbel lloraba en nuestros ojos”



Cusco, 13 de mayo del 2006 
(10:18 de la madrugada)

- ¿Oswaldo Reynoso? – aunque yo sabía que mi pregunta era estúpida y la respuesta era obvia, fueron las dos únicas palabras que pude decir al verlo allí, con ese impulso frenético que nos traslada hacia una vorágine, como si se nos vaciaran los frenos a un acontecimiento inevitable.
A mis palabras siguieron un abrazo y una breve presentación personal, en casos como este solamente las frases sostienen tu existencia. ¡Diablos! era Reynoso, uno de los más importantes escritores peruanos del siglo XX.
Al darle la mano fui consciente de estrechar la misma que Martín Adán estrujara cuando le dio su impresión sobre Los Inocentes luego de haberle dicho que la sociedad peruana no estaba aún lista para tanta vanguardia.
La provocación y la poesía juntas siempre resultaron incómodas “no sólo un consejal quiso quemar públicamente mi libro por inmoral, sino a mí también me colgaron el sambenito de escritor pornográfico”.
Qué irónico que Los Inocentes, hoy, sea lectura obligatoria en los colegios al igual que En Octubre no hay milagros y Los eunucos inmortales.
“Lo que pasa con las editoriales es que como en todo negocio hacen un sondeo de qué obras son las más rentables y el resultado es la autoayuda o el Código Da Vinci. Eso nos lleva a un desierto editorial. Yo no llamaría 'light' a ese tipo de literatura sino literatura basura”.
“El Estado debería darnos una pensión a los escritores mayores, o por lo menos un carné de libre pasaje. Y no es que me queje por indigente sino se trata de una cuestión de dignidad. La cultura siempre está por los suelos. Todos sabemos que los escritores añejamos como el vino y a partir de cierta edad la actividad intelectual es mucho más madura”.

Poco después me enteré que Don Oswaldo estaba feliz porque la editorial de la Universidad Ricardo Palma de Lima tuvo la digna idea de publicar su obra completa en tres tomos. Narraciones 1 contiene un prólogo de Jorge Eslava, 13 crónicas escritas para el diario Expreso a inicios de los '60, Los Kantus, Los Inocentes, En Octubre no hay Milagros, Relatos, y un poemario escrito el '55 llamado Luzbel, cuyos dos últimos versos los utilizo como título de esta reseña biobibliográficacrónicatestimoniotributo experimental.

Mientras la ciudad nos miraba con indiferencia y las casas rumiaban sus paces de buey, yo recordaba su foto, aparecida en un fanzine, donde se le nombraba doctor honoris causa subte, ícono del neo realismo urbano, el primero en mezclar “la jerga popular con la alta poesía” a decir de José María Arguedas. Yo recordaba su “envidiable melena de leyenda de rock” como menciona Beto Ortiz. Alucinaba su casa y las estampas chinas que abundan en ella, fruto de 12 años de “buscar la felicidad” en el país de Wei Hui. Recordaba su barroca descripción de la procesión del Señor de los Milagros en una tan familiar como apocalíptica Lima que todo lo encubre de incienso y letanías pero sin apagar el hambre ni la soledad. Recordaba también el escarabajo que nace en medio de la mierda pero que nace limpio del no menos célebre El escarabajo y el hombre, otra obra maestra en cuestión de estilo.

“Veo que en el Cusco hace falta MAGISTERIO... maestros que conduzcan el progreso de los literatos. La literatura es un juego de técnicas. Estructuras en la narrativa, imágenes en la poesía. Esto es más urgente en un cuidad que ni siquiera tiene una facultad de literatura. Maestros, necesitamos maestros.”

Mediodía en la Plaza de Armas

- Los Inocentes tiene también el título de Lima en rock ¿le gusta el rock?
- Claro, pero no todo. Hay cosas que no entiendo, definitivamente prefiero la música clásica.

Nuestra charla quedó interrumpida por el mediodía y la hora del pollo. Esa misma noche Carlos Sánchez presentaía su libro con los comentarios de Tulio Mora, Reynoso y Enrique Rozas. Mora no llegó y el plato fuerte de la noche fue Reynoso. ¡Tenía razón sobre la falta de maestros!

Coda
Cusco, 14 de mayo del 2006
 
(resaca y cafetería del aeropuerto)
“Ahora estoy escribiendo una novela sobre Huamanga a inicio de los años 60, antes de la politización y cómo esa aldea olvidada tuvo de pronto una Universidad y una verdadera revolución académica. Era profesor y vi lo que yo llamo un "cóctel molotov", muestro los contrastes, por ejemplo a la hija de un potentado hacendado, sentada en la misma carpeta de la hija de una humilde vendedora de huevo cocinado... las relaciones sociales.... ya estoy preparando esa novela”.

                                                                                           Jimmy Vera


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N.I. Artículo reciclado de la revista cultural Tullumayu Times, del ICPNAC (con algunas variaciones).

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