jueves, 28 de octubre de 2010

¿Qué le sucede al hombre cuando muere? parte 4


La vida no es mortal sino el individuo viviente:

¿Qué sucede a las gotas de agua de los individuos

cuando se sumergen en el Océano infinito?

Regresemos a la metáfora del agua en vez de afrontar discusiones mayores. El destino del individuo humano ha sido paragonado al de la gota de agua en el océano. El problema de la inmortalidad no aparece sino con la cosciencia de la individualidad humana. No es que la vida sea mortal sino el individuo viviente. No es el río que tiene dificultad, es el destino de las gotas de agua del río que se vuelve problemático. Mientras una gran parte de la interpretación moderna de las tradiciones abramíticas[12] da importancia al individuo, la mayor parte de las religiones asiáticas se interesa sobre todo de la totalidad. En definitiva, es el individuo el que muere. La muerte como problema (sobre todo antropológico) existe sólo para el individuo, no quiere decir que una reflexión (sobre todo cosmológica) de la muerte no exista también para las religiones o culturas en las cuales la consciencia no ha sido hipostasiada en sustancias individuales.

¿Qué sucede a las gotas de agua de los individuos que somos, cuando sumergidos en el Océano infinito de Brahama, de Dharmadhatu, de Dios, del Nada, del Nirvana, del Tiempo o del nombre que se dé a este Océano? ¿Qué sucede al hombre cuando muere?

Es evidente que este acercamiento parezca resignarse a la muerte como inevitable, y limitarse a encontrar una explicación del hecho sin preocuparse por saber si la muerte es o no costitutiva del hombre[13]. La cuestión radical del “ser o no ser”, como la pone ya Kathopanishad (se es o no se es)[14] no surge en el individuo si no cuando la muerte se presenta como el problema del no-ser con la posibilidad de su superación.

Es una ironía que la cuestión de la inmortalidad haya sido tratada por Kathopanishad antes que Platón y que la solución indú no conduzca a la negación del ātman (individual) pero sí al reconocimiento de su identidad, no con Dios (que sería una contradicción) sino con Brahman: ātman-brahman[15]. Otra cosa es que sabemos la respuesta budista: no existe ātman.
...continua...

Foto: Malec
ón de Trieste.

[12] Con esta expresión entendemos no solamente las tres grandes religiones llamadas monoteístas sino también el humanismo y el marxismo de origen occidental.

[13] A. Caruso, ”Die Trennung der Liebenden”, Hans Huber, Bern, Stuttgart, 1968, que presenta la utopía posible de superar a la muerte (Aufhebung des Todes), pag. 307 edición española “La separación de los amantes”, Siglo XXI Editores, México, 1969.

[14]Asti nāsti” KathU I, 20.

[15] “The Vedic Experience”, op. cit., pp.. 563-571, donde se introduce la problemática del joven Naciketas que indica la solución personalista, elevada luego de una respuesta onto-teológica; pp. 704-745.


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