Al contrario de la gota de agua
que desaparece y ya no existe,
el agua de la gota subsiste
La gota de agua, es decir la tensión superficial que la mantiene separada, el límite que le impide toda comunicación profunda y comunión real desaparece: ya no es solo una gota. Esta gota de agua minúscula, separada de todo el resto, este tiempo y este espacio que la hacen singular, ya no existe. Y el hombre es absorvido por Brahman, ha regresado a la matriz cósmica, se ha fundido a Dios o unido a Él, se ha anonadado, ha dejado de existir o se ha transformado en lo que era (o estaba llamado a ser). Si el hombre es gota, cuando esta gota cae en el mar, este individuo está realmente muerto, la muerte es ontológica (para el ser de la gota evidentemente).
El agua de la gota todavía no ha sufrido el mismo destino. Permanece, no ha perdido nada ni ha dejado de ser lo que era. El agua de esta gota ahora está en comunión con toda el agua del Océano sin perder nada de su ser agua. Puede haber sufrido modificaciones pero sin quitarle su ser agua. El hombre, se dice, se realiza plenamente en su ser, llega a ser lo que en realidad era , aunque no lo haya sido (o no parezca) mientras su ser era identificado con sus parámetros espaciales. Los diques de espacio y tiempo se han roto y tal vez también el de su consciencia limitada, pero el cambio no ha sido de otra vida. El agua se ha encontrado a sí misma: el hombre se ha realizado. Vita mutatus, non tollitur[18] . La muerte es fenoménica (para el agua de la gota evidentemente).
... y continuarà continuando hasta que diga FIN.
FOTO: El Mar Adriático visto desde La Puglia.
[18] Así cantaba la liturgia latina el día de los difuntos: la vida ha mutado, no desaparecido (no cortada).
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